Cremoso, con un toque de limón y una base crujiente de galleta, esta tarta de queso de Nigella Lawson es un must que hay que probar
Madre mía, vaya cheesecake… ¡es una pasada! Mirad que he probado y preparado cheesecakes en mi vida, pero éste es de los que más me han gustado. La característica principal de esta tarta es su textura, es como una mousse cremosa que se funde en la boca, y con la base de galletas ya ni os cuento…
Os desvelaré el gran secreto de esta tarta es… hornearla, ¡pero al baño María! Os aseguro que después de haber probado este truco ha habido un antes y un después en mi técnica repostera de tartas de queso. Para ello, hay que tener mucho cuidado y cubrir bien con dos capas de papel de aluminio el molde que utilizaremos para el cheesecake, colocarlo en una fuente apta para horno, y añadir agua hirviendo hasta cerca de la mitad del pastel. Ello le aporta una cremosidad que no he logrado conseguir con otras técnicas y que os recomiendo encarecidamente que probéis.
Además, esta tarta no es excesivamente dulce, si bien tiene 3 huevos y 3 yemas, lo que le da un sabor cremoso exquisito. Y con el toque de limón, ¡a mi ya me tiene más que ganada!
¿Qué más puedo decirlos para que la probéis! ¡Rápido a comprar ingredientes y a la cocina!
Una receta menos para completar mi reto Irene-Nigella 🙂
Ingredientes:
- PARA LA BASE:
- 150 gr galletas digestive
- 75 gr mantequilla ecológica fundida o muy suave
- PARA EL RELLENO:
- 600 gr queso cremoso ecológico
- 150 gr azúcar
- 3 huevos ecológicos grandes
- 3 yemas de huevo ecológico grande
- 1’5 cdas extracto de vainilla
- 1’5 cdas zumo de limón
- PARA EL TOPPING:
- 145 ml nata agria (si no tenéis: 145 ml nata para montar + 1 cda zumo de limón)
- 1 cda azúcar
- 1/2 cdta extracto de vainilla
Pasos:
Con la ayuda de una picadora o una minipimer, triturar las galletas con golpes secos para que no quede un puré, y cuando se haya convertido en migas, añadir la mantequilla y darle un par de golpes más. Colocar las migas con mantequilla en la base de un molde de bizcochos de 20 cm, presionándolo bien con la ayuda de las manos, y reservar en la nevera.
Precalentar el horno a 180º, y poner agua a hervir.
Con la ayuda de unas varillas eléctricas o la KitchenAid (velocidad media), batir bien el queso crema hasta que adquiera una textura bien cremosa, a continuación añadir el azúcar.
Batir ligeramente los huevos + yemas, y añadirlo poco a poco a la mezcla del queso. Cuando se hayan incorporado bien, añadir la vainilla y por último el zumo de limón.
Sacar el molde de la nevera, y cubrirlo bien con dos capas de papel aluminio para prevenir que el agua del baño María pueda penetrar dentro de la tarta.
Verter el relleno de la tarta sobre la base de galletas, colocarlo sobre una bandeja de horno, y añadir agua hirviendo hasta aproximadamente la mitad del molde del pastel.
Hornear durante unos 50 minutos, hasta que veáis que la parte de arriba de la tarta es suficientemente firme como para colocar el topping encima sin hundirse.
Para preparar el topping, si no tenéis nata agria simplemente añadir una cucharada de zumo de limón a la nata para montar, ello hará que se corte y se vuelva nata agria, y batirlo bien junto con el azúcar y el extracto de vainilla.
Sacar la tarta del horno, verter el topping encima, y volverlo a poner en el horno unos 10 minutos más. Pasado ese tiempo deberían haber cuajado ya todos los ingredientes y quedar una tarta firme, que no «baile». Por otra parte, tened cuidado de que no se evapore todo el agua del baño María, de lo contrario los ingredientes estarían a más temperatura, subiría demasiado la masa y os quedaríais sin topping.
Al sacarla del horno, retirarla de su baño y colocarla sobre una rendija para que se enfríe del todo. Cuando esté totalmente fría, pasarla a la nevera y sacarla 20 minutos antes de comerla. Al cortarla utilizar un cuchillo bien afilado pasado por agua caliente.
Salen 8 porciones
¡A disfrutar!